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El caminante de los relojes
De las frases todo, todo-nada.
El caminante de los relojes, hoy igual que ayer ha pasado entre los minuteros, ha intentado como todos los días, pasarle por inadvertido al tiempo, no obstante, encontró una vieja cámara fotográfica en el baúl, y dispuso-se a fijar instantáneas fotos en el corcho de su memoria, prestándole poca importancia a si caminaba sobre un terreno minado de horas, mañanas, tardes o noches.
Me ha fotografiado, y no lo he pillado; en el supuesto día de hoy fui fotógrafa en sus fotos, me encontraba despertándome, con el sudoroso calor de la mañana, luego prendí el disco lechuza, me senté a escuchar el giramundo de manu chao, yo me voy hacia pisterra, no soy de ningún lugar, luego libertad, y así
alimentando las ganas de vivirla, la libertad.
Ya al caer la tarde, unos semas no caerían mal, el caminante me seguía marcándome sin desearlo, la sombra de la tarde, tomó otra foto más
Estaba jugando mazas, y varios niños sonreían, en ese momento, la sonrisa se retrató con su máximo fin, como arma de los inocentes, pues así es, la sonrisa es el arma de los inocentes, entre humo de automóviles y gritos de personas que van como si el tiempo les derritiera las ideas, la sonrisa congela por un momento el retrato eminente de la vida.
Luego caminaba el caminante, obviamente, es su oficio el caminar, quiso retratar a unos chavales pero no encontró, (aunque lo intentó), luz que pudiera proyectarse en el foco de la cámara, las miradas de ellos, no eran más que el desecho de todas esas contaminantes humaredas que expelan los otros con sus iras y maldiciones, sus miradas eran los desechos de la ciudad, imposible retratar la vacuidad.
Para su desgracia, pues aspiraba haber tomado hartas fotos para obsequiársela a la luna, se encontró, y me encontró, en un círculo de otros chavales, de esos que el futuro se empecina en nombrar los hacedores del mañana, di-vagando, entre palabras nulas, y sin embargo, intento nuevamente, salvar algún brillo en sus miradas, pesar para él, al encontrar nada más que indiferencia por la muerte y por la vida, indiferencia por querer representar algo superior y al mismo tiempo paupérrimo ante los demás
otros esclavos de las miradas.
Rebotó el diafragma de su cámara continuamente, borrosamente obtuvo fotos de luces consumistas, de esas rojas y verdes, automáticas, moviéndose al compás de un Santa Claus, vendiendo irradiaciones, vendiendo radioactividad.
Ya en la noche, congeló mis zapatillas en dirección al auto de una persona pasajera que me causó complacencia, solo por un momento, de esas personas que dicen siempre invitarte a verse en la vía, en la vía del olvido, ciertamente...
No obstante, en la plaza de los duendes, obtuvo casi podría decirse, la foto más noble del día, miró-me hacia el cielo, expandido, extenso, dejando entrever los brazos del anciano árbol, que señalaba a la luna sonriendo, en ese momento el tiempo exclamó: ¡no te cansas de jugar! ¡Bah!, ¡preguntadle a los niñxs si se cansan alguna vez de reír y sonreír!, mala pregunta dejó formular el caminante al tiempo.
Ahora está exhausto a mi lado, con la cámara sobre mis manos, retratando esta vez mis palabras.
las palabras que me piensan al pensarlas, soy la sombra que proyectan mis palabras (O.Paz)-
Y AHORA GIVE´EM ENOUGH ROPE-THE CLASH, termina disco lechuza de sonar, el caminante se va
