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lechuza

Brevísimo poemario cortante en prosa

Brevísimo poemario cortante en prosa Se ha inculpado la complacencia de no mirar las miradas que confrontan su cuerpo.

Ha decidido un día mirar hacia atrás, con los ojos bien puestos sobre la frente sin trazo definido.

La melancolía la colma de azotes, evidentemente, pocas veces evidencia sus vivencias
Perdura en calma, cuenta su devenir, como si con ello hiciera un cambio, pues supone que no le importa.

Supone
Duda…
Lagrimas corren en los ojos de esas personas al abstraerse por abogacía propia.

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Todo escritor es un cuenta cuentos
Tan solo los diferencia el orgullo que se auto inflijan, a partir de ello, nacen los filósofos, institutores, poetas, bohemios, y como no, autores de ciencias blancas, negras, grises, rosadas, azules y hasta rojas.

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Se ha inculpado la mismísima culpa, aquella que por mucho tiempo evadió
No se aventura a denominarla verdad, mucho menos mentira, cuenta las horas en el cuentagotas, des-oía cuerpos de obras manuscritas.

Celebra noche tras noche su entierro, con el único fin de resucitarlo al siguiente día.

Se bufa de su propia locura; desde aquel día en el cual sintió que una puerta de su cerebro abrióse repentinamente, mostrándole cual caja de Pandora la inmensidad de las palabras que habían permanecido empolvadas en su mente, a posteriori creyó no ser…

Creyó estar habitando un cuerpo que no le pertenecía, con un nombre que menos aún le incumbía, ni hablar de la edad, al ser nombrado por la edad cronológica que contaba, un susto convulsivo le atacaba.

Usted puede experimentar lo anteriormente comentado, imagínese que en sus 10 años, una persona de esas que llamaba adulto, le hubiese convencido de tener una edad duplicada a la que se pensaba que tenía; ese instante de desconcierto, incluso mayor que una punzada de adrenalina es el susto que le afligiría por años.

Por años amnésicos
Disociados de calendarios
En presentes exclusivamente transitados a la hora de ser evocados.

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Rocambolesca Historia
Decía
Trashumante mirada
Percibía

De millares de textos, de miles de películas proyectadas en las pupilas, entre millones de corazones expuestos en una fina laminilla que escuchaban atentamente cualquier traspié para humillar, para imponer su razón y su desazón; o quizá…para entregarse a la pasión momentánea finalizando en una agria conducta adulta-acartonada ansiosa de averiguar sesos y cordura.

De pantanos de lágrimas, frescas al ser brotadas y adustas en el fango de las defunciones, entre copiosas hipocresías que remembraban por un instante de alarmas y accidentes, en memoria de imágenes súbitas, repetidas, archivadas…

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Pasó la hoz con quietud tras la espalda, jugando a buscar y ser encontrada…sin calcular el estruendo de sus pasos…
Estallando en bombas
Volcando Autos
Durmiendo a políticos
Interceptando el camino de jóvenes, con el respiro de una aguja vaciada en lo profundo del corazón

Pasó la hoz, encubierta en la túnica blanca
Datando fechas finales en Derrida, 1xxx-xxx4
Emulando lutos, incluso en los más escépticos
Lloró la muchacha desconsoladamente, rogando por almas infladas de sustancias indivisas
Pidió perdón por sus pecados, por un descanso en paz…

Mientras no se toque se ignora
Cuando se siente el respiro merodeando se teme
Si toca sujetos conocidos se conduele
Si obra por mandato supremo de regímenes, en cantidades imaginables se confiere al anonimato

Botan las zapatillas del niño que piso la tierra minada
Observan en suspenso crueles realidades servidas en platos aderezados
Digeridos con vid escarlata que escurre entre las ondas y señales

Sepulturero de violas agonizantes, cuya ofrenda es una hoz
Niebla animosa de sombras animadas
Sonrisa henchida olvidando el final

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